Bien, amigos, seamos realistas: en el vasto y alucinante patio de juegos que es el universo, todos somos básicamente migajas cósmicas. Imagínenselo: nuestro planeta entero es solo una mota de polvo que gira alrededor de una estrella diminuta en una galaxia llena de miles de millones de otras estrellas, que es solo una de las 200 mil millones de galaxias que hay. Sí, el universo es grande. Como para invitar a todos los que conoces y aún tener espacio para bailar de forma incómoda. ¿Y dónde encajamos nosotros? En algún lugar entre las "hormigas" y las "pelusas microscópicas", en términos de importancia cósmica.

Pero lo cierto es que ser ridículamente insignificante es, en realidad, liberador. Piénsalo: ¿todas esas cosas que te estresan? ¿Tu rutina de 9 a 5, la cena que quemaste anoche o ese mensaje de texto ligeramente vergonzoso que le enviaste a la persona que te gusta? Al universo literalmente no le importa nada. Allá afuera, las estrellas explotan, las galaxias colisionan, los agujeros negros se tragan sistemas solares enteros y aquí estamos preocupados por que nos ignoren. De repente, la cantidad de mensajes que recibes en tu bandeja de entrada ya no parece tan importante, ¿verdad?

¿Por qué no aceptar la insignificancia? Darnos cuenta de que somos meros actores temporales en el escenario cósmico definitivo nos da una extraña libertad. Es como un pase para la vida: estamos aquí para pasar un buen rato, no mucho tiempo, y la presión de “causar un impacto” se desvanece. No estás obligado a resolver los misterios de la existencia ni a escribir la próxima gran novela: puedes simplemente vibrar. Y si la galaxia va a seguir girando de todas formas, más vale que te rías y disfrutes del viaje.

Además, nuestra pequeñez tiene un giro interesante en la trama. Aunque no somos más que unos don nadie cósmicos, tenemos la capacidad intelectual para mirar al universo y preguntarnos sobre todo ello. Estamos aquí, orbitando una estrella al azar en una galaxia que nunca abandonaremos, pero podemos contemplar los agujeros negros, los universos paralelos y si los extraterrestres nos están evitando simplemente porque vieron nuestro muro de Twitter. Somos esencialmente pequeñas manchas de conciencia en un espacio enorme e incognoscible. Eso es genial. Eso es raro. Básicamente, eres un milagro que todavía puede tropezar con sus propios cordones.

Así que aquí está la moraleja: ser insignificante está subestimado. Si te equivocas hoy, nadie en Alpha Centauri te juzgará. Puedes experimentar, ser raro y divertirte. Eres parte del mejor truco de magia de todos los tiempos, incluso si eres solo una de las motas de brillo. ¿Y la mejor parte? En un universo tan grande, cada pequeño acto de bondad, cada amistad y cada risa se sienten un poco más significativas. Así que adelante, haz una broma a tu costa y deléitate con el hecho de que eres solo una parte diminuta, ridículamente poco importante, pero excepcionalmente consciente del viaje salvaje que es el cosmos.

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